+ Adultos que vibren de igual manera. Recuerda querido Átato que la educación es labor fronteriza. Que el alumno aprende más de lo que se respira que de aquello que se trata lanzar por imperativo.
Si quieres niños felices, procura ser un adulto agradecido.
Procura valorar más la semilla que la planta surgida y acepta, sin frenos, que el proceso de alumbramiento y crecimiento del otro no te pertenece. El buen maestro tiene más de faro que de guía, tiene más de brisa que de vendaval.
Ser maestro significa quitarse importancia, quitarse del medio hasta volverse innecesario.
Por tanto, si en tu sentir de maestro_hélice deseas que tus discípulos procuren risa y vida, recuerda dártelas a ti primero.
Recuerda uno sólo da lo que tiene y que hablar de la felicidad,
nunca procuró vida.
Si en alguno de tus alumnos, algún día se posa en su corazón el pájaro de la tristeza y éste le hace tintar de invierno la Florida, ni se te ocurra conversar con él; ni se te ocurra mandarle a la biblioteca a buscar consejo en los tomos de ningún maestro.
A la tristeza no se le debe dar claustro.
En esos momentos donde se torne gris la vida, donde se sientan perdidas las batallas del corazón…
Lo único que puede hacer un maestro ágil, es llevar al infante al monte a la hora exacta donde el sol festeja su primera entrada en la mañana..
y ahí darle una pelota y esperar…
Dejar que su almita tierna entre en contacto con la luciérnaga intempestiva que toda hélice guarda en su interior.
Y esperar.
Cálido, atento, disponible…
Recuerda querido Átato:
Hablar de la tristeza nunca procuró felicidad a nadie.
(…)
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Notas del borrador de #laeducacióndelasluciérnagas
Este año… lo tendrán en sus manitas
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