Toda puerta cerrada merece ser abierta.
Por deferencia.
Por amor a lo imposible.
Hemos de abrir y atravesar lo que aún no fue explorado.
Viajar al otro lado del espejo y regresar con el corazón lleno de flores.
«Es el viaje del poeta hija mía» … y tú naciste del amor de dos partículas en movimiento que pasan su vida atravesando lo indecible.
Que no se conforman con lo cotidiano, que buscan celosos el segundo mirar que habita en todo.
Porque tu hija mía… Un día fuiste también una puerta cerrada. Un marco de madera enorme que nos envolvía de miedo.
Pero al cruzar… todo aquello desapareció… porque los miedos, hija mía, son sólo fantasías de respuestas que aún no conocemos. Donde hay miedo, hay aprendizaje.
Donde hay miedo, hay vida.
Eres hija de poetas.
Recuérdalo vida mía.
Tus ojos son ventanas.
Tus manos canciones.
Tus dedos trocitos de cielo.
Y tu corazón.. un estallido de vida.