Propongo adentrarnos en las profundidades del corazón.
Propongo visitar el centro palpitante que mueve nuestras palabras. El susurro primigenio que nos empuja a ser lo que somos. Ese lugar de experiencias inefables, donde las palabras tan sólo son banderas que muestran cojas el aleteo que nuestro tímido corazón, con su habitual desnudez, trata de expresar…

Propongo una ladera silenciosa, envuelta de bosquejos latentes, de aves migratorias, de susurros palpitantes.

Propongo la escucha antes que la palabra.
Propongo que la risa sea escoba de la consciencia.
Que el tacto sea mi bandera
y los besos su artesanía.

Propongo sentir sin dar factura,
amar sin pedir recibo,
soñar sin buscar orilla,
besar y sentir el nido.

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